¿Cómo toma nuestro cerebro las decisiones?
Digamos que nuestro cerebro es un equipo de cuatro jugadores que funciona de manera coordinada donde cada integrante tiene una y solo una única responsabilidad o interés. Como todo buen equipo, no todos los jugadores tienen el mismo perfil sino que cada uno es radicalmente distinto y aportan características especiales que hacen que la unión total cubra un campo de características mucho más amplias y se generen ciertan sinergias entre los integrantes. Para el caso que nos ocupa, los jugadores son los hemisferios derecho e izquierdo, el sistema límbico y el hipotálamo.
Hay una característica fundamental que no debemos nunca dejar pasar por alto y es que el hemisferio izquierdo es el único que dispone de autoconciencia, es decir, es el único que sabe que existe. Los otros tres componentes se encuentran en el área del inconsciente. Por ello, digamos que el hemisferio izquierdo no puede ver a sus compañeros de equipo, solamente puede sentir sus efectos. Pero… ¿Cuáles son estos efectos?
Tanto el hemisferio derecho, como el sistema límbico o el hipotálamo empujan al hemisferio izquierdo a tomar decisiones y realizar acciones conscientes que cumplan sus deseos por medio de una presión que genera una cierta sensación de incomodidad. Si como reacción a esta incomodidad, el hemisferio izquierdo realiza una acción que no finaliza con el objetivo deseado, la sensación de incomodidad aumenta. Si por el contrario, la acción ejecutada acerca al objetivo, se libera una gran cantidad de opiacios naturales internos que actuarán como recompensa. De esta manera, se le “enseña” al hemisferio consciente a tener en cuenta al resto de sus compañeros.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que una pequeña cantidad de las acciones que realizamos diariamente son conscientes. Hay muchos momentos y procesos que funcionan de manera totalmente inconsciente. En esos casos, serán los otros tres integrantes los que están al mando. Por eso hay muchas situaciones en las que actuamos y sentimos de manera totalmente irracional: a veces nos atrae gente que somos conscientes no son buena influencia, nos enfadamos sin motivo en mitad el tráfico, sentimos pánico en frente de la audiencia en un auditorio... Desde un punto de vista racional, ninguna de esas acciones tienen “sentido” y es en esos casos cuando el sistema límbico, el hipotálamo o el hemisferio derecho están “al volante”. Es especialmente curioso que, el hemisferio izquierdo que desconoce por qué se ha actuado de esa manera, es a menudo incapaz de asumir sus propias limitaciones y tratará de crear de manera racional una serie de motivos (totalmente inventados) por las que esa acción es la adecuada. Un claro ejemplo es la argumentación tras una compra impulsiva.
Espero que este artículo te haya parecido interesante, que entiendas que procesos ocurren en nuestro cerebro a la hora de tomar decisiones y nos vemos en la próxima publiación.
Fuente: Resetea tu mente. Descubre de lo que eres capaz — Mario Alonso Puig