Entonces…¿Tengo que medirlo todo?
Comentábamos en el artículo anterior la importancia de hacer seguimiento de nuestros hábitos por una infinidad de razones. Pero… si los hábitos son conductas que hacemos a lo largo del día, una pregunta bastante lógica sería pensar hasta qué punto deberíamos recoger esta información, no vamos a estar parando cada cinco segundos para documentar lo que hacemos…
Empezaremos haciendo bastante énfasis en que la métrica que medimos no es el objetivo en si mismo, sino la representación de un propósito que hay detrás. Es importante recordar este detalle ya que a todos nos pasa una vez tenemos nuestro hábito activo, que el foco se pone exclusivamente en el número o en el check de cada día. Esta característica puede ser negativa si perdemos la noción de lo que estamos intentando conseguir. Imagina que desde el punto de vista de tu identidad personal decides que quieres ser una persona más saludable, fijas un hábito de comer comida saludable, lo mides mediante un cierto número de referencia de calorías que quieres ingerir diariamente y porque realmente quieres conseguir dicho objetivo, sustituyes tu dieta calórica basada en comida real por alimentos bajos en calorías pero ultraprocesados. Pues bien, la métrica se está cumpliendo pero ese hábito no está consiguiendo acercarte a la persona que deseas ser.
La métrica que usamos para medir un hábito debería ser considerada simplemente como una fuente de información adicional que forma parte de un sistema de conducta mucho más complejo. Debemos intentar entender qué está sucediendo y cómo esto afecta quién somos utilizando todos los recursos que tenemos a nuestro alcance y en ese sentido, información complementaria es siempre bienvenida. Un ejemplo claro es si como comentábamos antes, deseamos convertirnos en una persona más saludable y empezamos de manera simultánea a incrementar nuestra actividad física y a comer de una manera más consciente. Si vemos que nuestro peso en la báscula aumenta inicialmente debemos hacer el esfuerzo adicional de intentar comprender por qué está sucediendo: Estoy realmente fallando en mis hábitos, es incremento de músculo con su respectivo aumento de peso, es retención de líquidos…
Además, la métrica escogida debería ser aquella de entre todas las métricas posibles que, nos da la información que necesitamos, con la dedicación que estamos dispuestos a dar y al mismo tiempo nos permite estar lo más alineado posible con nuestra meta tanto a nivel práctico como a nivel mental. De nada sirve utilizar una báscula de última generación para medir nuestro peso y composición corporal si cada vez que lo hacemos, nos genera tensión e incomodidad. De igual modo podríamos medir nuestro nivel físico con mejoras en el rendimiento (mejora en la marca en un 10K o incremento en el peso levantado) y sensación percibida.
Espero que este artículo haya sido interesante, que seas capaz de elegir mejor las métricas que te acerquen a tus objetivos y nos vemos en la siguiente publicación.