La cadena ya está rota ¿Ahora qué?

José María López Palomo
3 min readJul 21, 2022

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Es importante quitar importancia y dar normalidad a fallar de manera puntual en nuestros hábitos. Nadie en este mundo es perfecto (al menos hablo por mi mismo) y la vida es a menudo impredecible. Desde un día especialmente intenso de trabajo, un problema físico o estar de viaje. Todas estas situaciones nos sacan de nuestra rutina habitual y hacen más complicado seguir ejecutando hábitos como haríamos en un día normal. ¿Qué hacer cuando no somos capaces de cumplir un hábito? ¿Está todo perdido y hay que volver a empezar?

En primer lugar, es fundamental huir del “todo o nada”, una actitud bastante generalizada. No porque tengamos un día puntual en el que nos resulta imposible cumplir con lo planeado significa que nuestra esencia cambie. Como comentaba en el artículo sobre la identidad, lo fundamental de los hábitos es que vayan dirigidos a convertirnos en la persona que queremos ser, y esto no se ve afectado por tener un día imposible. Si queremos ser personas más saludables y establecemos el hábito de comer saludable, este aspecto no se ve afectado si un día celebramos un cumpleaños con una hamburguesa de comida rápida. Seguiremos siendo personas saludables pero que al mismo tiempo saben disfrutar con nuestros amigos y relativizar situaciones.

Sin embargo, fallar un hábito de manera reiterada empieza a cambiar paulatinamente nuestra personalidad. Si ahora en lugar de comer un donut un día puntual, empezamos a comernos un donut en cada desayuno, empezamos a ser una persona ligeramente menos saludable. Si analizamos detenidamente la situación, fallar varios días consecutivos está en el fondo iniciando un nuevo hábito, salvo que en este caso es un hábito en el que no estamos interesados. Por ello, mi regla principal es hacer todo lo posible para nunca Nunca NUNCA fallar dos veces consecutivas. Si un día fallo un hábito fundamental, mi principal objetivo para el día siguiente es cumplir ese hábito y volver a la buena tendencia.

Por supuesto hay situaciones en las que tenemos que pausar ciertos hábitos y, este hecho, no hace que los fallemos en realidad. Si uno de tus hábitos en la rutina de la mañana es regar las plantas, y estás de vacaciones en la otra punta del planeta, obviamente no regar las plantas no hace que falles el hábito. (Acuérdate de dejar el sistema de riego automático o darle las plantas a algún amigo durante tu ausencia 😃)

Una vez que sabemos que fallar hábitos de manera puntual no tiene tanta relevancia, quiero hacer especial mención a la importancia de intentar hacer los hábitos también los días complicados. Cumplir un hábito un día que estás motivado es relativamente sencillo y eso no le quita importancia. Sin embargo, luchar viento en contra para sacar tiempo un día imposible y cumplir la rutina es lo que hace que mantengamos la cadena de ejecuciones y como explicábamos en el artículo anterior, lo que refuerza nuestra conducta y nos hace afianzar el hábito. Te sorprendería saber lo que serías capaz de hacer si mantienes una cierta conducta durante un largo tiempo.

Espero que este artículo te haya parecido interesante, que falles poco en tus hábitos pero que cuando esto suceda, seas capaz de volver rápidamente a tu rutina y nos vemos en la siguiente publicación.

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José María López Palomo
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Written by José María López Palomo

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